Vivimos en constante cambio. Nuestras circunstancias y preferencias no siempre son las mismas. Sin embargo, en esencia, siempre vamos a ser los mismos y más vale aceptarlo pronto. Es de la esencia de lo que quiero hablar. De lo que realmente somos, a veces, sin darnos cuenta. Me he llevado años preguntándome qué y quién soy, qué me caracteriza, qué me identifica como una persona distinta al resto. A vista de los demás nos caracteriza nuestra forma de hablar, nuestros gestos y miradas, nuestras relaciones personales, nuestro color de piel, nuestra orientación sexual -en el caso de no ser cishetero- y en general, todo aquello que a simple vista resalta y que creen que fácilmente te puede resumir en un mote de originalidad nula del palo de: "la gorda", "el gafas", "la bollera", "el tartaja",... El problema no es tanto de la sociedad por calificar de una manera tan simple nuestra persona, sino de nosotres por creer que realmente eso nos d...