Vivimos en constante cambio.
Nuestras circunstancias y preferencias no siempre son las mismas. Sin embargo, en esencia, siempre vamos a ser los mismos y más vale aceptarlo pronto.Es de la esencia de lo que quiero hablar. De lo que realmente somos, a veces, sin darnos cuenta. Me he llevado años preguntándome qué y quién soy, qué me caracteriza, qué me identifica como una persona distinta al resto.
A vista de los demás nos caracteriza nuestra forma de hablar, nuestros gestos y miradas, nuestras relaciones personales, nuestro color de piel, nuestra orientación sexual -en el caso de no ser cishetero- y en general, todo aquello que a simple vista resalta y que creen que fácilmente te puede resumir en un mote de originalidad nula del palo de: "la gorda", "el gafas", "la bollera", "el tartaja",...
El problema no es tanto de la sociedad por calificar de una manera tan simple nuestra persona, sino de nosotres por creer que realmente eso nos describe y que es esa palabra la que nos representa como si el resto de nuestras cualidades estuviesen vacías de significado. Debemos lograr empoderarnos de los apelativos que recibimos convirtiéndolos en un arma.
De todos los elementos que forman mi identidad he intentado resignarme de tener algunos, quitándome así personalidad; de hecho me he llegado a castigar por ser como soy. En otros casos ni siquiera me había terminado de encontrar y aun así el resto había decidido tener la respuesta para ciertas preguntas sobre mí mismo que ni yo me había planteado. Pero he decidido poner a prueba el cariño que me tengo y no va tan mal como esperaba. No me gusta hablar desde lo personal, pero lo veo apropiado en este caso. Ahora comienzo a conocer mi esencia, sé que no he de prestarle atención a lo que digan de mí; de hecho, he dejado de sentir la necesidad de criticar a la gente por ser como es. Todo es mucho más sencillo y me siento completo y libre conmigo mismo.
No somos lo que dicen de nosotros, hay una forma de pensar y unas acciones más allá de los andares de la chica que cruza la calle de manera peculiar que seguro que van a caracterizarla mucho más que su cojera. Debemos realmente hacer el ejercicio de aceptarnos tal y como somos; para nada es fácil, pero es un proceso del que sacas mucho provecho. Y no es que sea yo Mr. Wonderful, pero es que hay que aprender a bailar en la mierda siendo exactamente como quieres ser y sin perder tu esencia.
Brindo por aquelles que se cuestionan a elles mismes; que saben que no somos una fachada; que entienden la identidad de una persona como algo más que lo que otros dicen. Y por supuesto animo a aquelles que se ven sometides a duras palabras y miradas a diario, no por el hecho de ser como son de cara a los demás, sino por la frustración que les debe provocar ver que su identidad se ve reducida a tan poco.
Somos más de lo que mostramos a simple vista y se vive mucho mejor dejando florecer nuestra esencia.
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Fotografía tomada en la playa de la Hierbabuena por Miriam SM https://www.facebook.com/profile.php?id=1411093722490289&ref=br_rs |
Este texto fue escrito escuchando el silencio; que no me he puesto música, vamos.
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